21 septiembre 2010

Funámbula Spelterini, la Heroína del Niágara

Una de las especialidades del circo, es la que realizan aquellos equilibristas que ejecutan sus ejercicios sobre cuerda o alambre, y que son conocidos como funámbulos.

Acróbatas sujetos al peligro de caídas a cada instante de su presentación.
Un equilibrio que mantiene al público en un suspenso contínuo.

Frágil balanceo que puede ser fingido por el artista para mantener en vilo a los espectadores, y provocar los consabidos ¡ ooohhhhh ¡, o bien fallos reales, que pueden provocarles serios accidentes y quebraduras, o llegar al límite de que se estrellen contra el suelo perdiendo su vida.

No solo deben mantener el elegante equilibrio, sino también deben vencer la sensación del vértigo en altura.

La Heroína del Niágara

El equilibrista francés Blondin, fue en el siglo XIX, uno de los funambulistas más famosos que realizó la proeza de cruzar las Cataratas del Niágara, caminando sobre una cuerda a 50 metros sobre el agua en 1859.

Después de esa primera vez, repitió la peligrosa caminata con distintas variaciones más riesgosas: con los ojos vendados, cargando a un voluntario sobre su espalda y otras mucho mas complicadas.

Años mas tarde, una mujer, la funámbula italiana María Spelterini, con valor intrépido, realizaría hazañas comparables a la del francés.

En 1874, con solo 21 años, ya había cruzado en Río Moscova en Moscú, y el Río Neva en San Petersburgo (luego Leningrado), a 30 metros de altura.

Pero es en 1876, cuando repite la prueba de Blondin en las peligrosas cataratas, cruzando desde el lado norteamericano al lado canadiense, en un raid de ida y vuelta, caminando hacia delante en un caso, y hacia atrás en el retorno.

Ya fuera con baldes calzados en sus pies (como puede observarse en la fotografía), con vendas sobre sus ojos, o con esposas que sujetaban sus tobillos y muñecas, la Spelterini enfrentaba semejantes desafíos con una entereza fuera de lo común, debido a lo cual fue conocida como la Heroína del Niágara.

Durante algunos meses de 1882, se presentó en España en algunas Plazas de toros de Barcelona, y en el Buen Retiro y Circo Price en Madrid, con sus peligrosos ejercicios de equilibrio, colgando sobre su cuelo una mesa y con una silla enganchada en su espalda, para sentarse a comer y beber cómodamente en la mitad del recorrido.

La Spelterini en Rosario

En 1877, la famosa joven equilibrista que asombrara al mundo cruzando el peligroso Niágara un año antes, llegó a Argentina, y Rosario, una ciudad de la Provincia de Santa Fe, fue una de las elegidas en su gira.

Sus compromisos, solo le permitieron programar tres funciones en el Teatro Olimpo de nuestra Ciudad.

Se anunciaba que la funámbula, recorrería el teatro de un extremo al otro sobre la cuerda, caminando hacia delante y hacia atrás con los ojos vendados, columpiándose sentada en una silla, y otras notables suertes que llenarían de asombro a la concurrencia.

Algunas de las rutinas anticipadas en los periódicos, consistían en disparar una pequeña ametralladora mientras mantenía el delicado equilibrio sobre la cuerda, y también el desplazamiento en un velocípedo sobre la maroma.

Se designaba como velocípedo en aquel entonces, a la bicicleta, nombre formado por veloz y pies, uno de los vehículos de moda de la época.

La maroma, era la cuerda (tensa o floja) de esparto, suspendida en altura sobre la cual realizaban sus pruebas los equilibristas.

Un accidente con suerte

El día del estreno, sábado 5 de mayo de 1877, el Teatro Olimpo estaba repleto, no quedaba una sola butaca desocupada.

La Heroína causó un loco entusiasmo y una verdadera admiración en sus primeras suertes.

Pero en la exhibición ocurrió algo inesperado que el periódico El Independiente, relató con estas palabras:

[...] Vino la segunda parte, y una de sus pruebas más difíciles: la de recorrer la cuerda sentada en un velocípedo.

Todo el mundo estaba en suspenso deseando ver esta difícil prueba.

La funámbula Spelterini se lanza desde el fondo del proscenio, y atraviesa rápidamente en su velocípedo todo el trayecto. Un inmenso aplauso saludó a la artista.

Se trataba de volver al punto de partida.

Vuelve a colocarse en el velocípedo y subiendo en él, se lanza sobre la cuerda.

Dos varas (1,80 metros aprox.) después de pasar la línea de la orquesta y ya sobre el proscenio, el velocípedo se detiene bruscamente; se le ve oscilar de uno a otro lado y enseguida se inclina a la izquierda y cae.

Un grito unánime salió de todas las bocas………

Todos se precipitaron sobre la escena y levantaron a la artista, que no arrojó un solo grito y caminó con ánimo hasta su camarín.

[...] Después de ser examinada por un grupo de médicos presentes en la sala, fue llevada a su casa en un carruaje.

La causa de esta desgracia ha consistido en haberse roto un resorte del velocípedo, el cual fue encontrado sobre las tablas por un espectador.

La desgracia pudo haber sido mayor, sino es la presencia de espíritu de la Spelterini, quien al caer sin soltar el balancín, dió con este de punta, y aunque este se rompió, disminuyó inmensamente la fuerza de la caída.


La vara que la ayudaba a mantener el equilibrio, había evitado que el daño fuera mayor.

Quizás aquel elemento salvó su vida.

El laborioso trabajo de tipografía y publicación de los periódicos de 1877, requería otros tiempos que los actuales, motivo por el cual, a pesar de la suspensión del espectáculo debido a la lesión, igualmente apareció publicada su presentación el día siguiente, como puede verse en el aviso adjunto.

La recuperación no fue rápida, recién el 19 de mayo, se informaba que la Spelterini, ya restablecida de su caída, regresaría a Buenos Aires en el Vapor Proveedor.

Comentaba el periódico El Independiente, que al abandonar Rosario, Maria les remitió una carta con pedido de publicación, como despedida y en agradecimiento a toda la Ciudad de Rosario.

He aquí la carta:



Y de esta manera, es como nuestra ciudad, quedó sin poder disfrutar plenamente de aquella valerosa e intrépida equilibrista, que pudo cruzar las riesgosas Cataratas del Niágara, pero un simple resorte le impidió concretar aquí su desafío en una sala teatral.

Agregaba El Independiente, que la Spelterini había sido contratada para trabajar el próximo 9 de Julio en Buenos Aires, en la Plaza de la Victoria.

Había pasado el mal momento, ya se encontraba completamente restablecida, y volvía nuevamente a sus entrañables rutinas sobre el alambre.

Otros artistas como Blondin y la Spelterini, repetirían tanto en el siglo XIX como en el XX aquellas hazañas tan temerarias o aún mas.