17 septiembre 2015

Jules Bosco en Rosario - Un show actual, pero presentado en 1886 !

Jules Bosco fue un mago francés que presento muchas veces su arte en Rosario a fines de 1800.

El diario La Capital publicaba la descripción de sus números, y leyéndolos parece referirse a un espectáculo de nuestros días, con el valor agregado de adaptar para adultos y en un escenario de teatro, lo que hoy se presenta casi exclusivamente en funciones infantiles, rutina que reproduzco más abajo.

El programa incluía el sin rival Silforama, especie de Linterna Mágica de otro artista parisino, el simpático A. Filhon, que pasó también varias veces por Rosario .

Con un público que no bajaba de de 600 personas, realizaba los efectos con perfección y limpieza, debido a lo cual era llamado a escena repetidamente con estruendosos aplausos; tal su éxito.

Entre los comentarios periodísticos, la crítica afirmaba que “...su dialéctica es un tanto amanerada y correcta, lo que no siempre suele encontrarse en los prestidigitadores...”.

Ciertamente un palo duro para los magos.

Reproduzco algunos de los comentarios de los diarios:

El Fusilamiento: “Para esta suerte, se presentarán seis soldados armados a rémington, que cargaran con cartuchos a bala, los cuales podrán ser examinados por los espectadores, para hacer una descarga al señor Bosco que se pondrá a bastante distancia, para que el público tenga seguridad de que el artista no cambia las armas”.

Caza de monedas de plata: nuestra conocida Lluvia de plata, donde el mago hacía aparecer monedas de todas partes, incluso de la cabeza, oreja, y nariz de los espectadores.

El niño fantasma: un niño era colocado en el proscenio encima de una mesa que se veía no contenía nada debajo, excepto los pies del mago. El niño era tapado por una bolsa. Ante los movimientos del chico, Bosco comentaba: no se puede estar quieto, entonces voy a magnetizarlo.
Como seguía moviéndose, el mago tomó dos pistolas y apuntó a corta distancia. Sonaron las detonaciones y a continuación el niño que estaba en la bolsa dio un grito, y apareció en la platea.

La pregunta femenina era una de los efectos que más gustaba al público: Bosco hacía escribir en un pedazo de papel las preguntas que se les ocurrieran a los espectadores. Los papeles eran depositados en una bolsita de seda, y leídas a continuación por el mago.

Una de ellas decía: ¿Qué es lo que más gusta a las señoritas?

Bosco entregaba la bolsita a un espectador para que sacara una de las preguntas, y así contestarla.

Dio la casualidad que salió la misma que la que habían sacado anteriormente, por lo que el prestidigitador se vio en grandes apuros, y dijo que le era imposible contestar, por una razón muy sencilla: él nunca había sido señorita.

Pidió tres pañuelos blancos, los colocó doblados en una mesa, solicitando del público eligiera uno de ellos.

Tomó una pistola, y cargándola con el papel que contenía la pregunta, se la entregó a uno de los presentes, encargándole hiciera fuego cuando él arrojara el pañuelo al aire. Después de los disparos y abierto el pañuelo apareció con letras bien grandes, la contestación a la pregunta: “Casarse con un buen marido”.

Como decía más arriba, Bosco hace cerca de 130 años presentaba para adultos, juegos que hoy son ejecutados casi exclusivamente para niños, lo que demuestra un axioma mágico que apunta, que lo que más se aprecia no es el juego en sí mismo, sino de la manera como se lo presenta.

Me estoy refiriendo específicamente, al Libro Negro de contabilidad de Bosco.

Para demostrar el estado de sus cuentas, el mago presentaba su libro negro de contabilidad, mostrando primeramente todas las hojas del libro que eran completamente negras.

El prestidigitador dijo: “Señores en este libro negro, tengo mi haber y el debe. Cuando yo quiero saber lo que debo no tengo más que hacer esto" y abriéndolo nuevamente todas las hojas que eran negras aparecieron perfectamente blancas, "...o sea que estoy al día y no debo nada. Ahora veré lo que se me adeuda”.

El libro fue abierto otra vez y las hojas aparecieron llenas de cuadrados con números.

Bosco prosiguió: “Como entre mis deudores hay varios que no quieren pagarme siempre coloco en el libro el retrato de todos ellos”, y abriendo el libro, el público observó que las hojas en vez de tener números estaban llenas de figuras.

“Y vean ustedes: también hay señoras algo tramposas que no puedo cobrarles y he aquí sus retrato”. El libro fue abierto y se veían infinidad de retratos de mujeres.

Por último observó Bosco “La solución para perseguir a mis deudores son los diablos del infierno que se encargan de hacer el cobro, y aquí se los presento”.
Volvió a abrir su libro y todas las hojas aparecieron cubiertas de cabezas de diablos chicos y grandes con lo que terminó su rutina.

La sala estaba repleta de familias de la alta sociedad, y cuando el mago terminó su función todos salieron presurosos sin hacer comentarios, no fuera a ser que alguno de los presentes fuera reconocido entre las fotos de los deudores de Bosco.

Además, como el prestidigitador apelaba continuamente al uso de la pistola para sus efectos, no era poco el miedo que Bosco quisera hacer justicia por mano propia disparando a los deudores.
! Por las dudas ..... diríamos por aquí ! 



08 septiembre 2015

Jumal Singh

Estimo que el apellido Singh, debe o debió ser muy común en la India. Saco esta conclusión porque en la historia de la magia a través de muchas épocas, se presentaron muchos faquires Singh. Todos decían ser originarios de la India, pero buceando en sus biografías sus nacionalidades no respondían a tal afirmación. El nombre era una forma de estar más a tono con el personaje.

Uno de los tantos artistas con ese nombre visitó Rosario en 1913.

El hermoso Teatro Colón, ubicado en Calle Corrientes 481 inaugurado en 1904, fue donde debutó un 18 de junio de 1913 el faquir Jumal Singh.
Comentaban los periódicos que consagrado en los escenarios de las grandes capitales de Europa y América, Jumal presentaba en nuestra ciudad un espectáculo exótico, pues reproducía experimentos científicos, aunque más bien podría decirse milagrosos de los hindúes orientales, de quienes se afirmaba burlaban las leyes naturales mediante procedimientos de mágicas apariencias. Se planteaban muchos puntos oscuros que no encontraban solución explicable, lo que obligaba a pensar en las tenebrosidades de los misterios de la India.

El elenco se completaba con otros dos personajes orientales familiares del personaje principal: Kesar y Bella Singh.

El espectáculo de los hindúes orientales como se los promocionaba, no era simple, ! no señor ¡.

Presentaban pruebas de ilusionismo, autosugestión, telepatía, magnetismo, transmisión de pensamiento, adivinación del pasado, presente y futuro, producían sorpresas de todo tipo, y en ocasiones con bastante hilaridad.

Algunas de los admirables números que presentaban eran Baile del espíritu, la Lluvia de Plata, La Caja misteriosa, El Tubo misterioso, Los Secretos del Himalaya, y La prisión de Kilán.

Pero si había algo que causaba verdadera sensación en el espectáculo, era el Tanque de Neptuno, una ilusión que había impuesto nada menos que el gran escapista Harry Houdini unos años antes.
Tanque de Neptuno
Se trataba de un recipiente cilíndrico gigante que se llenaba con agua, los mismos espectadores eran quienes cerraban su tapa con candados, y a los pocos minutos el hindú escapaba del mismo, apareciendo donde el público menos lo esperaba.
Para agregar limpieza al efecto, el tanque se exhibía en el foyer del teatro durante todo el día, donde podía ser revisado por el público que visitaba la sala.

Los comentarios periodísticos se desasían en elogios, apuntando que aquello parecía salido de un cuento de hadas, o de algún capítulo no escrito de las Mil y una noches.
“Jumal ha dejado atónito al público; el Tanque de Neptuno bien cerrado con fuertes cadenas y candados no ha sido abierto, y lo que la razón no quiere aceptar por hallarlo incomprensible, es que el indú (sic) salió del encierro sin derramar agua y sin que el público viera la puerta de escape”.

En el Secreto del Himalaya, el faquir realizaba una experiencia similar aunque con una caja de madera; el periodista afirmaba que personalmente había comprobado que no existía fraude visible, y que el encierro y el escape eran reales.

Jumal Singh
El impacto había sido de tal magnitud, que al periodista se le presentaban las siguientes dudas:
¿Cabe pensar en la espiritualización de la materia?, ¿Cabe pensar en la existencia de una magia cuyos misterios no han podido penetrar aún en nuestra civilización occidental?. O Jumal Singh ha hipnotizado al público hasta la aberración misma de los sentidos, haciéndole ver, por simple efecto de ilusionismo, un mundo de maravillas-como en el cuento de las hadas que en realidad no existe?.

Muchas palabras y frases floridas muy típicas de la época, pero evidentemente la impresión había sido muy espectacular, porque en el caso de otros magos, la crítica fustigaba con mucha crudeza cuando el artista no estaba a la altura de las circunstancias.

El éxito fue tal, que la empresa del Teatro Colón decidió agregar funciones extras del faquir Jumal Singh y sus colegas.

Antes de despedirse del público de Rosario, Jumal prometió regresar con una compañía más numerosa, y con nuevas novedades.

Lamentablemente no cumplió su palabra.