Corre fines de agosto de 1870, una noticia del periódico La Capital de Rosario, Argentina, da cuenta que a poco mas de 100 kilómetros al sur de la ciudad, se espera una invasión de indios mapuches, del bravo Cacique Calfucurá.
En la misma fecha, un avance publicitario, comenta acerca de la presentación de “Notabilidades artísticas” en la ciudad.
Tal la expresión para calificar a tres célebres artistas, que han sido admirados en los principales teatros de Buenos Aires y Montevideo.
El objetivo de este trabajo es rescatar la figura de Paulino Blanch, mago catalán, del que poco he oído en foros y artículos sobre nuestro arte.
Magia y música con Blanch, Trullás y Aguiló
Procedentes de España, mas precisamente de Cataluña, Paulino Blanch, Dionisio Trullás y Aguiló plantean un espectáculo combinado.
El notable prestidigitador Blanch, cuya fama le había merecido ovaciones de todos los públicos donde había trabajado, venía a ofrecer su trabajo artístico, que según el comentarista periodístico, traía mayor fama que Herrmann, tanto por la novedad de sus juegos, como por su agilidad asombrosa, y limpieza en sus presentaciones.
Temeraria afirmación del reportero, aquella que declaraba que el catalán, superaba al gran Herrmann en celebridad. Sus méritos debe haber tenido aquel prestidigitador.
Carl Compars Herrmann, causó furor en Rosario en su paso en 1859 y 1867, y los cronistas de espectáculos, apelaban continuamente a su nombre y habilidades, como un punto de referencia y comparación, respecto de todos los magos que nos visitaban.
No era poca cosa entonces que a Blanch, se lo considerara de renombre superior a uno de los mas grandes Maestros de la magia de la época.
Secundaban al mago, dos artistas no menos célebres según la misma crónica: el famoso pianista Trullás, cuyos conocimientos musicales, y elegante gusto para interpretar, le habían merecido las simpatías del bello sexo en cuanto lugar se hubiere presentado.
Trullás ejecutaba una marcha fúnebre de su autoría, composición que conmovía el espíritu, y arrebataba el alma por su belleza, en opinión del periodista.
Completaba la lista el Sr. Aguiló, profesor de cornetón o corneta pistón, quien hacía maravillas dignas de admirarse por la sociedad rosarina.
Debutan en el Teatro Litoral, un viernes 26 de agosto de 1870.
Pero a pesar de la propaganda, muy poca concurrencia asistió a la función de los célebres artistas.
Los catalanes intentan otra función la semana siguiente, pero el programa no incluía al corneta pistón, posiblemente por la frustración por el poco público de su primer función.
Vaya uno a saber cual fue el destino de Aguiló, pero lo cierto es que aquí se pierde el rastro del cornetón y de su ejecutante.
Para el segundo espectáculo, potencian su show con una compañía de zarzuela que ameniza el espectáculo.
Uno de las rutinas destacadas del mago Blanch, como se aprecia en el programa, era sacar la camisa a cualquier espectador, sin tocarle la demás ropa, efecto impactante en mi opinión, y que poco se ve hoy día.
No debe haber tenido demasiado éxito, porque a posteri poco se comenta del trabajo del mago.
Días después, un comentario del periódico indica que el pianista Trullás, piensa establecerse definitivamente en Rosario, donde se ocupará de dar lecciones particulares.
Trullás cumplió lo prometido, pues a posteriori, aparece en los programas de una compañía de zarzuelas, y tomando parte en conciertos vocales e instrumentales, ejecutando entre otros, motivos de la ópera Guillermo Tell.
Parece que le iba bien a Trullás, porque continuamente aparecía en los destacados periodísticos, anunciando que recibía mediante esquelas, las solicitudes de discípulos para la enseñanza música.
Dable es destacar, que casi toda la artillería publicitaria, estaba dirigida a las damas interesadas, o a “discípulas aventajadas en el secreto de los pedales”.
Para mas datos, las esquelas debían enviarse a la casa nueva y amueblada del pianista, ubicada en calle san Lorenzo nº 116, cuarto numero 5.
Algunas semanas mas tarde, no hay mas noticias de Trullás en Rosario.
Blanch en España
Siguiendo el rastro de Blanch, encuentro un artículo del escritor español Francese Costa i Oller, quien comenta acerca de espectáculos en la ciudad de Mataró, cerca de Barcelona.
En su escrito, incluye un programa de 1875 del citado mago, donde se puede apreciar su trabajo.
Los nombres de sus rutinas son al fiel estilo de la época, y como destaque, se observa la ejecución de la famosa Cabina de los espíritus de los Davenports, al que Blanch llamaba El Armario Misterioso.
El aviso anunciaba a Blanch y su ayudante Grau, como rivales de los hermanos Davenport, originadores del efecto.
A lo citado, agregaba un número de excéntrico musical (como se llamaba en aquella época), ejecutando un concierto de copólogo, especialidad que no había presentado en Argentina.
Treinta y dos copas de cristal, le servían de instrumento para interpretrar las más disímiles melodías.
Por el mismo año de 1875, Harry Kellar (en ese momento casi un desconocido) junto con Fay, ex ayudantes ambos de los Davenports, paseaban la rutina de la Cabina espiritista por todo el mundo, incluida Rosario, donde estuvieron en marzo de aquel año.
Tiempo más tarde, ya en 1881 y en años subsiguientes, encontramos a Blanch trabajando en el Teatro Tívoli y también en el Teatro Principal de Barcelona, con su magia, y sus conciertos de copólogo, actuando en intermedios de comedias y zarzuelas.
El prestidigitador cosechó excelentes críticas, tanto en la magia, como con su música.
El público premiaba con aplausos y ovaciones los shows del artista, y normalmente las salas donde trabajaba, eran pequeñas para albergar a quienes concurrían a verlo.
Su limpieza en cuanto a la prestidigitación, y su gusto y sentimiento en la interpretación musical, eran su característica.
El número mas destacado de su espectáculo, era el ya nombrado “Armario Misterioso”.
Los concurrentes al Circo Ecuestre Barcelonés, también fueron testigos de sus conciertos, y sus sesiones de ciencias ocultas, y “juegos de cartomancia” especialidades que Blanch agregó a sus presentaciones.
Ya por 1887, y presentando el “sorprendente escamoteo La desaparición de una señorita”, volvemos a encontrar al ilusionista en el Teatro de Cataluña, aunque en ese entonces presentándose como Capitán Blanch.
Y hasta aquí la información que he podido rescatar de Don Paulino Blanch, célebre y olvidado mago y copólogo catalán de fines de 1800.
14 diciembre 2009
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Muy buena reseña... por Veracruz anduvieron tambien algunos copólogos, que cosa tan curiosa de aquellos tiempos...
ResponderEliminarGracias por compartir y publicar... me gustaría tener el dato del nombre del autor, para citarlo en mis escritos, será posible?
Hola Jessica !
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios, y también por referenciar el nombre del autor en algun escrito.
Con mucho gusto te paso mi nombre: Eduardo Sanchez, y Nadur es el nombre artístico para mas datos.
Si tienes algun dato sobre otros copólogos, me interesaría conocer esa referencia.
Te agradecería si me lo pudieras enviar a nadur1259@gmail.com
En alguna epoca se les llamaba a esos musicos: "excentricos musicales", y todavía se pueden ver a algunos de esos artistas, especialmente en algunos circos o espectaculos de variedades.
Que magnifica historia!!!
ResponderEliminarNadur, después de varios años sin sabes de vos, te vuelvo a leer. Buscando referencias tuyas por la web doy con tu blog. Muy interesante todo lo que publicas. Te dejo un abrazo grande y en cualquier momento seguro nos encontraremos quien sabe donde.
Felicitaciones por tu blog!
Hola Bachi !!
EliminarUna alegria saber de vos.
Es cierto muchos años.....
Muchas gracias por tus comentarios.
El blog esta por alli algo perdido, no lo tengo muy promocionado que digamos.
Seguramente ya nos encontraremos en algun congreso o evento parecido. Sera una alegria charlar nuevamente con vos.
Fuerte abrazo