Esto trajo a mi memoria una experiencia similar realizada por Tihany hace poco mas de 48 años, de la cual fui testigo, y que olvidé mencionar cuando escribí acerca del gran mago húngaro.
Mientras Tihany presentaba su espectáculo en Rosario, un domingo 9 de septiembre de 1962, se le ocurrió una idea brillante en su opinión.
Con bombos y platillos, comenzó a publicitar con una semana de antelación, que en una urna cerrada y sellada, se encontraba una premonición sobre el resultado de un partido de fútbol de uno de los equipos más importantes de la ciudad, en el torneo principal del fútbol argentino.
La caja seria abierta al finalizar el partido para corroborar el resultado.
Debe haber sido la primera vez en su vida, que una multitud terminó insultando a Tihany con todas sus fuerzas.
Nunca antes el excepcional Tihany debe haber recibido semejante agravio.
Y parafraseando la película “Sucedió en el fantástico Circo Tihany”, he llamado a esta historia “Sucedió en el fantástico estadio de Rosario Central”, aunque nunca se filmó una película de este hecho.
Como está involucrado el fútbol y toda la pasión que este deporte genera en nuestra ciudad, será necesario hablar en algún detalle para presentar los antecedentes.
He aquí la historia.
Rosario Central
Es Rosario una de las ciudades, en que el futbol es una tradición marcada a fuego, como en muchas otras poblaciones del mundo.
Aquí ese deporte se vive de una manera especial, y puede ser difícil que se entiendan algunas actitudes al respecto.
El Club Atlético Rosario Central, es una de las instituciones más antiguas del fútbol argentino, ya que fue fundado en 1889.
Por nombrar solo una de sus coloridas notas, posee el record de festejar un gol en forma ininterrumpida desde 1971.
Todos los 19 de diciembre, se evoca el “gol de palomita”, que el centrodelantero Aldo Poy anotara frente al Newels Old Boys, el clásico rival de la ciudad, en una final del campeonato argentino.
Ese hecho quedó plasmado en el cuento de humor “19 de diciembre de 1971”, escrito por el excelente narrador y humorista rosarino, el “negro Fontanarrosa”, hincha fanático centralista.
Para quienes no hayan oído hablar de él, el recordado negro fue aquel que expusiera en forma inusual una alocución sobre las malas palabras, nada menos que en un Congreso Internacional de la Lengua.
Quienes quieran disfrutar de aquel divertido discurso, aquí tienen el enlace.
Pues bien, sobre el club en cuestión Rosario Central, es que se realizó aquella predicción.
La previa
Toda la semana previa al partido, una camioneta con carteles promocionando al circo y altoparlantes recorrió la ciudad, anunciando que Tihany ya sabía el resultado.
El mismo se encontraba en un sobre dentro de una urna sellada que estaba custodiada y a la vista del público en uno de los principales comercios del centro de la ciudad.
El recurso publicitario fue excelente.
Mucho rosarinos acudieron a ver de cerca aquella caja lacrada, y por supuesto no faltaron en forma masiva los fanáticos “canayas”, mote conque se conoce a los hinchas centralistas.
Las estaciones de radio informaban continuamente acerca de aquella predicción, y las entrevistas al mago eran frecuentes aludiendo a tal experiencia.
Justamente yo vivía frente al campo de fútbol de Central, y a escasos 15 metros de la única puerta privada, por donde accedían jugadores, personal y demás autoridades al estadio. La entrada para el público se encontraba en otro lugar del predio.
Eran tiempos en que los futbolistas llegaban al lugar caminando; nada de autos últimos modelos ni estacionamientos privados. Otras épocas.
Hora y media antes del partido, arribó al estadio la camioneta del Tihany, custodiado por la policía y con las sirenas a todo volumen anunciando el arribo de la urna.
Bajaron la caja, la entraron por aquella puerta de acceso y la depositaron en un costado del campo de juego.
La caja estuvo ubicada a la vista del público durante todo el tiempo, junto al túnel por donde aparecían los jugadores.
Antes de la pitada inicial, el mago entró a la cancha y dando la vuelta olímpica alrededor de cancha saludó con mano en alto y su característica sonrisa a todos los espectadores, quienes lo aclamaron coreando su nombre en forma ensordecedora.
A continuación Tihany fue ubicado en uno de los palcos especiales junto a los Directivos del Club anfitrión.
La franca sonrisa del mago, y el signo de OK con su mano, predisponía a pensar en un resultado positivo para el equipo local.
Hasta aquí todo bien.
El partido
El rival, el Racing Club de Avellaneda (Buenos Aires), era un equipo que en aquella época ganaba cuanto partido jugara contra Central.
Era todo un trauma para los centralistas enfrentarse con aquel poderoso equipo de Racing.
Una foto de aquel recordado encuentro |
El partido transcurrió sin novedad, pero en el desarrollo del juego ocurrió algo funesto para los hinchas canayas.
El conocido Raúl “la bruja” Belén, metió semejante golazo, que el estadio enmudeció, y se hizo un silencio de cementerio, con la excepción del festejo de algunos partidarios del equipo contrario.
Vale aquí una aclaración: el goleador, “La bruja Belén”, era un ex jugador del equipo clásico archirival de Central en la ciudad.
Aquello era una afrenta para la parcialidad centralista, un brutal cachetazo, y más, por la forma en que aquel wing izquierdo festejo su gol.
Toda la tribuna local se volvió hacia el palco de Tihany, a quien por el efecto del gol la amplia sonrisa, se le había desfigurado un poco.
Solo encogía sus hombros, como diciendo: muchachos, yo que culpa tengo?.
Y tenía razón por cierto.
Después de todo, si los 11 jugadores no habían podido evitar aquello, que culpa podía achacársele a Tihany ?.
Pero quien les hacia entender a aquellos fanáticos tal situación?.
El partido finalizó con el resultado antedicho, Central perdió por 1-0.
Cuando el árbitro dio el pitazo final, Tihany se dirigió al campo de juego para abrir la urna, custodiada todavía por la policía.
Con su proverbial simpatía y sonriendo aunque no tan francamente como antes de comenzar el partido, solo un rictus surcaba su cara.
El mago trago saliva, y mostró un enorme papel con el resultado para que los números pudieran verse en todo el estadio.
El papel y la urna fueron paseados nuevamente por los cuatros costados del campo de juego.
Tihany no conocía la tradición futbolística de Rosario, por lo que no evaluó la repercusión que provocaría si el equipo local perdía el partido.
Después de todo solo era una justa deportiva.
Aunque la reacción pudo ser desmedida, el hecho fue que cerca de 30.000 almas centralistas se acordaron de la madre y de toda la familia del gran mago, ningún pariente, ni siquiera los más lejanos quedaron afuera.
Fue un fenómeno típico de masas: la multitud estaba enfervorizada, y nadie quería entender que el artista solo había realizado una predicción, un efecto.
Lo valedero solo era el enojo, los gritos y el insulto. Un escape a la impotencia de no poder hacer nada ante la derrota.
Pero nadie analizaba en ese momento de explosión, que la principal y única responsabilidad, era de quienes defendían en la cancha la gloria de los colores azul y amarillo.
Esta es una historia un poco atípica de la magia, pero como la viví, me pareció interesante colgarla en el blog.
No es un descargo, pero deseo dejar aclarado que aunque triste por aquel partido, en ningún momento participé de aquella gritería infernal contra el gran Tihany.
Después de todo su especialidad era la magia y el circo.
Este año en que el alicaído Rosario Central ha entrado en desgracia, y en virtud a su calamitosa forma de jugar ha descendido de categoría, quizás la hinchada canaya aguarde con esperanza la llegada de Tihany a la Ciudad, para ver si con su magia, puede ayudar a que el glorioso equipo retorne a la categoría principal del fútbol argentino.
Posiblemente si así sucede, clamorosos vivas, limpiaran aquellos injustificados insultos de hace 48 años.
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