Jardiel Poncela, madrileño, nacido en 1901 y muerto en 1952 a los 50 años, terminó sus días en la pobreza y en el olvido.
Dramaturgo y novelista, humorista, dibujante, y también aficionado a la magia.
En Madrid, era espectador asiduo a espectáculos de magia que se ofrecían en la Villa del Oso y del Madroño.
No hay mucha información acerca de la práctica de su hobby, pero cuando vivió en Buenos Aires, y dada su condición de aficionado al ilusionismo, fue invitado a las reuniones que se realizaban en el teatrito del Círculo Mágico Argentino con cuyo Presidente Alex Mir, Jardiel llegó a tener cierta amistad. Esto puede haber ocurrido a comienzos de la década del 40.
La relación entre el dramaturgo y la magia ha sido tomado del libro inédito de Justo Torrecillas "Claudinet" sobre la Historia de la Magia en Argentina.
He leído que una calle de Madrid lleva su nombre.
Aunque no tenga que ver con la magia, creo oportuno compartir algunos títulos de sus obras que por cierto me han hecho mucha gracia :
“Pero... ¿Hubo alguna vez once mil vírgenes?”
"Carlo Monte en Monte Carlo"
"Los ladrones somos gente honrada"
"Los habitantes de la casa deshabitada"
No han perdido vigencia algunos de los aforismos de su obra "Máximas mínimas y otros aforismos":
“Si vuestra prometida es realmente una santa, llevadla inmediatamente al altar; pero dejadla en él y volveos a casa”
“Los solteros saben que todos los matrimonios son desgraciados; los casados creen que el único matrimonio desgraciado es el suyo”
"Todos los hombres que no tienen nada importante que decir, hablan a gritos"
"Hay dos sistemas de conseguir la felicidad: Uno, hacerse el idiota, el otro, serlo"
Supongo que si era tan creativo y gracioso con su actividad de literato, debe haber entretenido mucho cuando realizaba su magia.
Un entrañable amigo malagueño Angel Idigoras, escritor, humorista, caricaturista, mago y un sin fin de cosas mas, me ha aportado los datos que siguen a continuación.
Comenta que Jardiel solía escribir en las cafeterías de Madrid, en el famoso Café Gijón o en el Café Europeo, donde tenía a diario una mesa reservada, en la que instalaba su despacho.
Su forma de trabajar era muy curiosa: sacaba de su cartera papeles blancos y de colores, revistas, tijeras, pegamento, lápices de colores, pluma estilográfica, sacapuntas, y cualquier otra cosa que creyera que podría servirle o no. Entonces empezaba a redactar, e iba ilustrando sus escritos con recortes pegados, dibujos, etc., etc.
Hay un libro fantástico sobre su vida, escrito por un estrecho colaborador suyo Miguel Martin: “El hombre que mató a Jardiel Poncela" – Un divertidísimo relato del hombre que revoluciono el humor en España-.
Una obra muy divertida, en la cual se narran montones de anécdotas, y los últimos días del escritor cuando se negaba a medicarse esperando la muerte.
Jardiel, a quien muchos llaman el mago del absurdo, dijo que el humor era "un capricho, un lujo, una pluma de perdiz que se pone uno en la cinta del sombrero".
12 abril 2011
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