En la segunda mitad del siglo XIX, hubo actos de circo que llamaron mucho la atención del público, pero de lo que he leído, hubo dos especialmente que en mi opinión, fueron de lo mas espectacular: la Zampillaerostación y el Hombre Mosca.
Se trataba el primero de un número sin igual de trapecio volante, mientras que el segundo, era una peligrosa rutina donde un acróbata caminaba cabeza abajo, sobre una plataforma a varios metros de altura.
El primero en volar: Jules Léotard - El leotardo
Jules Léotard, fue un acróbata francés quien en 1859, presentó por primera vez el trapecio volante, realizando saltos mortales, que causaron sensación en Europa.
En un acto de poco mas de 10 minutos, Léotard realizaba sus cabriolas entre tres trapecios alineados, pasando de uno a otro y volando literalmente por el aire.
Terminaba su acto con un salto mortal, aterrizando finalmente en el suelo.
Por cierto que su seguridad no estaba protegida con las redes actuales de los circos, sino que era simplemente un par de colchones apilados.
Usaba un traje desarrollado por él mismo, que consistía en una malla enteriza muy ceñida al cuerpo, que le permitía una amplia libertad de movimientos, muy similar (salvando las diferencias), a los usados hoy día por buceadores y bailarines.
Aquella prenda pasó a ser la vestimenta “oficial” de los acróbatas y gimnastas, y aquel uniforme tomó el nombre en su honor, y se lo conoce como leotardo.
Jules murió intentando un salto cuádruple.
Los Hanlon Lees y su Zampillaerostación
Los hermanos Hanlon, eran un grupo de acróbatas que a mediados del siglo XIX, formaron una troupe junto con su instructor John Lees.
Después de la muerte del mentor, y en su recuerdo, el grupo pasó a llamarse Hanlon Lees.
Informados de la novedad introducida por Léotard, uno de los hermanos se hizo presente camuflado entre el público en el espectáculo del francés, y a partir de allí fue que desarrollaron su famoso número del vuelo del trapecio, al que denominaron con el llamativo nombre de Zampillaerostación.
La rutina comenzó a ser imitada y ejecutada por muchos acróbatas, pasando a ser una de las mas espectaculares de su tiempo.
En 1863, los Hanton Lees trabajaron en Argentina, con su famoso número.
El Hombre mosca – Charles Bliss
Rutina riesgosa, debida a lo cual algunos acróbatas sufrieron accidentes al desplomarse desde la altura.
Consistía como ya expresé, en caminar cabeza abajo a varios metros de altura.
Se dice que quien originó este acto, fue el alemán “Signor Bliss” (Charles H. Bliss 1826 / 1906).
La soltura y tranquilidad con que se realizaba esta rutina, hacía que la misma luciera más como una ilusión o prueba de magia, que como una suerte de circo.
Algunas de las artistas mas conocidas y famosas de esta especialidad, sobre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, fueron Miss Aimée, y Mademoiselle Preciosa Grigolatis.
En 1904, en el Teatro Arcade, algo no funcionó como correspondía, y Aimeé cayó al piso, pero felizmente la caída no tuvo consecuencias.
En la actualidad, hay artistas que siguen presentando esta prueba, aunque con otra tecnología mas adecuada a nuestra época.
La Zampillaerostación y el Hombre Mosca en Rosario
A principios de noviembre de 1863, el Circo Oceánico de la Compañía de acrobacia y gimnasia del Plata de Royers, anuncia con bombos y platillos, sus funciones en la ciudad.
De todas las suertes promocionadas, las dos nombradas, eran presentadas por vez primera a los rosarinos.
Era la Zampillaerostación, o el Hombre volando, un trabajo acrobático, consistente en cabriolas peligrosas y de mucho riesgo, que exigía mucha fuerza sobre el trapecio.
Trabajo de mérito sobresaliente, ejecutada en esa oportunidad por William Lawrence Teal.
Algunas personas de la ciudad que habían tenido ocasión de ver a los Hanlon en su visita a Buenos Aires, afirmaban que en nada superaban a Teal en su trabajo.
Los detalles de la prueba, eran informados por los cronistas:
Tres trapecios estaban colocados a una distancia de poco mas de 10 metros uno de otro, y en los extremos, y a una distancia aproximada de 6 metros, del primer y tercer trapecio, estaban situados dos pilares de 4 metros de altura.
Tomado del primer trapecio y parado sobre uno de los pilares se lanzaba el artista al aire.
La fuerza del impulso, desprendía al artista del primer trapecio, y volando por el aire llegaba al segundo.
Siguiendo el mismo movimiento pasaba del mismo modo al tercer trapecio, y de allí aterrizaba en el pedestal, ubicado mas allá de este último trapecio.
Toda esta operación se ejecutaba en tan breve tiempo, que apenas la vista podía acompañar en ese viaje aéreo a ese pájaro sin alas, que cruzaba el espacio.
Luego, y de diferentes modos, volaba el artista de un trapecio a otro, ya fuera con saltos mortales, o ayudado por otros tomadores ubicados en cada uno de los trapecios.
Según las crónicas, nada era mas imponente que cuando el acróbata daba un cambio de frente en el aire. Eso era sorprendente.
En la primera noche, la ejecución sufrió algún inconveniente debido al desarreglo de los trapecios, pero en la segunda velada, fue perfectamente ejecutado.
Aquel juego en los trapecios era la prueba máxima, donde el espectador llegaba al asombro, y gozaba de una impresión verdaderamente nueva.
Comentaba el cronista del periódico El Ferrocarril:
“Cuanta destreza, soltura, habilidad, tacto y arrojo son necesarios para un completo éxito en esta operación !.
Es admirable ver la elegancia de los movimientos del ejecutor de la prueba, recorriendo el aire por mas de 30 metros.
El águila que plegando sus alas hiende al aire descolgándose de las aéreas regiones, no es mas graciosa ni tiene mas audacia que el Señor Teal, cuando se lanza desde la altura de su trípode, para recorrer aquella distancia por medio de los trapecios.”
La otra acrobacia peligrosa, era el Hombre mosca, rutina siempre aplaudida y solicitada a los artistas.
Era realizada por el Director de la Compañía, el mismísimo Mister Royers, quien con una plantillas de mecanismo colocadas en sus pies, le permitían caminar cabeza abajo sobre una placa suspendida en el aire a varios metros de altura, al igual que una mosca en un cielorraso.
Para acceder a la placa y colocarse en posición boca abajo, el artista debía cumplir todo un procedimiento complicado desde un trapecio en altura.
Para realizar tal caminata, el hombre mosca se colocaba en las suelas de su calzado, una especie de sopapa de caucho natural de 10 centímetros de diámetro, y 1,5 centímetros de espesor.
Tenía un mecanismo, especie de pequeña chincheta, que a requerimiento del artista, y mediante sus pies, le permitía que se hiciera vacío casi perfecto, o que entrara aire, con lo cual las sopapas de la mosca humana quedaban adheridas a la tabla, o se despegaban para que pudiera avanzar, dando cuidadosos pasos.
La presión atmosférica, era el principio físico que regía aquella prueba.
Era de primordial importancia, que el área de la sopapa fuera calculada en forma cuidadosa en función del peso del artista, de manera de poder soportarlo, y evitar lo que sería una mortal caída cabeza abajo.
Varias compañías de circo volvieron a presentar en la ciudad ambos actos magníficos.
- A principios de 1867, el Circo Americano de Walter Aymar, con la Zampillaerostación.
- En febrero y marzo de 1869, en el teatro El Litoral, dos acróbatas catalanes, Penna y Bastos, presentan entre otros: el gran Torniquete o la Barra horizontal, y el sensacional y esperado número Leotar o el Hombre volador.
- En abril de 1873, el Gran Circo Europeo Courtney & Sandford, con la Zampillaerostación.
- Don Pablo Rafetto, el “40 Onzas”, no podía dejar de lado las pruebas espectaculares, y presentó su propio Hombre Mosca en Rosario, en su Circo Umberto 1º, durante los primeros meses de 1883.
11 enero 2010
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GRACIAS por ilustrarnos!!! sigue asi.. es un blog genial..
ResponderEliminarPepe
BLOG: http://diariodeungrillo.wordpress.com
WEB : www.trimagic.es
Pepe !
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.
Es reconfortante recibir ánimo.
Están muy buenas las historias y las fotos!!
ResponderEliminarCeci.
Gracias Ceci !
ResponderEliminarhola, muchas gracias por este blog fantastico!
ResponderEliminarme gustaria saber mas sobre la historia del trapecio. existe algun libro o lectura?
gracias,
amalia
Hola Amalia !,
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Yo no tengo mucha informacion especifica acerca de la historia del trapecio, pero tengo un amigo especialista e historiador en temas de circo que seguramente te podra ayudar.
Si me escribes al mail que figura en el encabezado, con gusto te pondre en contacto con el.
Saludos
Hola enhorabuena por el blog, me gustaría saber si puedes ayudarme a localizar información histórica sobre la aparición del trapecio y su desarrollo en el mundo del circo, saludos y felicidades
ResponderEliminarRicardo
Hola Ricardo, ya me comunicare con vos por privado.
ResponderEliminarSaludos