21 octubre 2010

Franceses en Rosario – Faure Nicolay (2)

Continuamos con este personaje tan interesante en mi opinión.

Aunque no estaba anunciado en el programa de su primer presentación, Faure hizo gala de su otra especialidad, y los comentarios de los periódicos confirman lo dicho.

La sociedad rosarina no solo se agolpaba en el Teatro para admirarlo como Físico, sino que se mostraba deseosa de constatar su habilidad alternativa a la de mago: la de gran carambolista en el juego de billar.

“En el billar ha hecho lo que hasta ahora no habíamos visto.
Hace carambolas de efecto con solo los dedos, que ni el más hábil jugador las haría con el taco; en el billar, casi podemos asegurar que no tiene rival, a juzgar por lo que ha hecho.”


Ya con el éxito alcanzado en el debut, todo estaba listo para la función de despedida, pero un percance desagradable hace que Nicolay deba postergar su segunda presentación.

Ocurre que el mago es víctima de un accidente, que es comentado con lujo de detalles en las crónicas:

“Con motivo de la preparación de una nueva experiencia eléctrica que se proponía ejecutar, y para situar un alambre encima de los bastidores, tarea que no podía encargar a nadie, a fin de tener la seguridad del éxito, o quizás mejor, para que nadie descubriera su secreto, se subió por una escalerilla de mano hasta una considerable altura, con tan mala suerte, que se rompió el último peldaño del cual se sostenía Faure, debido a lo cual, cayó de lo alto de la escalera sobre las tablas del proscenio.”
La Capital, 12 de julio de 1872.

Con admirable presencia de espíritu, Nicolay se sobrepone al accidente y a la emoción de tal trance, y tal indisposición no le impide que la función despedida, tenga efecto el domingo 14 de julio.

Las rutinas ejecutadas el 14 de julio, respondían en su totalidad a las del día 11, que debieron suspenderse por el accidente.

Como se aprecia en el programa publicado, y al margen de los efectos mágicos, el artista anunciaba en la Tercera parte todas las suertes a ejecutar con el billar: carambolas de la mayor dificultad, no solo con el taco, sino también con los dedos, y una especial y por demás curiosa en mi opinión, al utilizar la nariz como taco para impulsar la bola ¡!.

Agregaba al surtido, 100 carambolas en cinco minutos controladas por reloj, y algo más extraordinario todavía, afirmando que las bolas realizarían carambolas por sí solas durante cinco minutos.

Terminaba la función con el acto llamado El armario misterioso de los hermanos Davenport, o La cabina espiritista.

Tres años más tarde, en 1875, Fay y Kellar repetirían aquel acto en el mismo lugar.

Como sabemos, el efecto consiste en que el mago, después de ser atado dentro de un armario, produce todo tipo de fenómenos inexplicables, como producir ruidos con panderetas, etc.

En 1848, las hermanas Fox en Estados Unidos, produjeron una serie de manifestaciones increíbles, las cuales decían realizar por medio de los espíritus.

Tal hecho de espiritismo fue tomado por los hermanos Davenport (Ira Erastus, y William Henry de Búfalo, USA, quienes viajaron por toda América del Norte y Europa exhibiendo su famosa Cabina.

Numerosos artistas tomaron este acto como base de sus espectáculos, llegando incluso hasta nuestros días, donde magos famosos como David Copperfield, aunque con otra presentación, y producción más acorde con la época, ha recreado tal ilusión en uno de sus especiales de televisión.

El eminente Físico de París, llenó el Teatro Olimpo nuevamente, derrochando prodigios de ligereza con sus hábiles manos, con juegos no solo amenos, sino que desempeñados con mucha limpieza.

Terminado el compromiso parte a la Ciudad de Córdoba el 16 de julio.

Pero el éxito en el Olimpo debe haber sido de tal magnitud, que dos días después, y a pedido general del público, se informa que Nicolay, como testimonio de gratitud hacia el pueblo rosarino, retornaría para una nueva presentación antes de su regreso a Europa, destinando el producto de la recaudación a una institución benéfica.

No faltaba la obra filantrópica en su paso por nuestra Ciudad.

Las entradas anticipadas, podían adquirirse en la Librería de Don Andrés González, en calle del Puerto 124 (actual calle San Martín), lo que indica el detalle de la organización que imprimía Nicolay a sus presentaciones.

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